He reminds us that utopia involves fundamental

questions about the human condition and its future,

and he refuses to abandon faith in the possibilities of that future.

Ruth Levitas, The Concept of Utopia

La memoria sigue siendo un sustento para representar el hoy. Perderla es quedarnos inermes frente a la comprensión de la maquinaria del horror y la barbarie, pero también es abandonar los eslabones de la cadena de mujeres y hombres que resistieron sus embates.

La resistencia y su memoria, que devuelven un poco de consistencia a la fugacidad de un tiempo sin esquinas, ha sido recogida a través de distintas manifestaciones, siendo la literatura, pese a todas sus predicciones de muerte, la que sigue hilvanando los relatos explorando de forma más precisa en sus contradicciones. Quizás por eso, João Guimarães Rosa señalaba que escribir es una forma de resistencia al olvido, a la pérdida de identidad, a la alienación, como nos recuerda a menudo Mario Delgado Aparaín.

Hanta, el protagonista de Una soledad demasiado ruidosa (Bohumil Hrabal), ha pasado treinta y cinco años prensando papel viejo y su lucha por rescatar de la destrucción las historias que merecen la pena -esas que se erigen frente al monstruo que reparte olvido- aparece como un impulso vital: la intuición de la fuerza que la unión de palabras con sentido contiene. Más que un antihéroe, Hanta se convierte en un fragmento del héroe colectivo que nos recuerda al Montag de Fahrenheit 451, a quien también se le había asignado la tarea de “matar” libros. De alguna manera, los dos encuentran una grieta para salir de su “destino” y unirse a quienes buscan otro orden al mundo que les ha sido dado.

La realidad nos brinda demasiadas historias tristes de quema de relatos y listas prohibidas de libros transgresores. Hanta piensa: “…todos los inquisidores del mundo queman los libros en vano, porque cuando un libro comunica algo válido, su ritmo silencioso persiste incluso mientras lo devoran las llamas, y es que un verdadero libro siempre indica algún camino nuevo que conduce más allá de sí mismo”.

Estos libros, acerca del presente o referidos a contextos pretéritos, nos conminan a parar, a cuestionar la canción plana que nos entretiene y arrulla. Fluyen en la contracorriente del poder aniquilador: en ellos encontramos impulso para no condenarnos a la mediocridad de servir de engranaje a un sistema excluyente, que muestra obsceno las consecuencias de la creciente concentración de riqueza y la galopante degradación ambiental.

Don DeLillo, en Underworld, lo expresaba así: “El dinero se ha desatado. La violencia se ha desatado, ahora la violencia es algo más fácil, algo liberado, fuera de control, algo que ya no tiene medida y no se basa en una escala de virtudes”. Las consecuencias de nuestra negligencia son grandes montañas de basura y cementerios de chatarra.

George Steiner señalaba: “El icono de nuestra época es la preservación de un bosquecillo dedicado a Goethe dentro de una campo de concentración”. Mirando lo que acontece en nuestro entorno es razonable dar cabida al fatalismo, a una concepción pesimista de la historia que “no tiene momentos determinantes sino que es una proliferación de instantes, de brevedades que compiten entre sí en monstruosidad” (Bolaño, 2666). Como imagen del presente, Bolaño eligió los feminicidios de Ciudad Juárez para hacer su retrato del mundo.

Antonio Crespo Massieu, desde su poema “También la historia” (En este lugar, 2004), no quita la razón “…a esta sucesión/de gritos o catástrofes/ esta barbarie meticulosa calculada/este espasmo del tiempo…”, pero desde un ejercicio de honestidad también nos recuerda:

“…esta interminable rebelión

que atraviesa los siglos

lágrimas de lucidez alzadas en las calles

este No que hace añicos los cielos

este pensamiento inerme y limpio

hondas raíces de razón y materia”.

En definitiva, Crespo Massieu rescata como parte de la historia “este ansia infinita inabarcable de cambiar el mundo”.

Escribir sobre historias de resistencia tiene la potencialidad de enfrentar las grandes maldiciones que aquejan al mundo de hoy. Esa concepción de la creación literaria que busca significados y donde la creadora o el creador se dejan la piel parece pasada de moda pero sigue estando ahí, aunque no siempre sea visible frente a tanta oferta de superficialidad. Deja un legado, de ahí su transcendencia, por más fugaz que parezca.

Leonardo Padura vuelve a dar valor a la memoria, no sin cierta amargura, con el guión de la película Regreso a Ítaca (2015), dirigida por Laurent Cantet. Los compañeros que se reúnen en una azotea de La Habana para reencontrarse con su amigo Amadeo, quien regresa de España tras 16 años de exilio, necesitan saber quiénes fueron para dar algún sentido a su presente. Se aferran con uñas a la memoria para no sucumbir del todo a la derrumbe. La catarsis que hacen es importante, sin mediaciones, fundamental para saber quiénes eran y en qué creían, aunque para ello sea necesario abrir la caja de los truenos.

La literatura tiene la llave que puede abrir el pasadizo a lo desconocido, un papel de latencia utópica que regenera a partir de mostrarnos que el ser humano siempre ha necesitado la disidencia para transitar el camino. Bohumil Hrabal lo expresaba así a través de Hanta: “…me quedo boquiabierto cuando Hegel me enseña que la única cosa aterradora es lo fosilizado, rígido y moribundo y, en cambio, la única cosa satisfactoria es cuando un individuo o, mejor dicho, toda la sociedad, consiguen rejuvenecerse en la lucha, conquistar su derecho a una nueva vida”.

Eso sí, el protagonista de Una soledad demasiado ruidosa también nos cuenta que ha aprendido de sus “amigos limpiadores de cloacas universitarios que tan pronto como finalice dicha guerra, la potencia victoriosa se volverá a dividir en dos campos, según las leyes de la dialéctica, al igual que fraccionan los gases y los metales y todo lo que de vivo hay en el mundo, para seguir el movimiento vital por la vía de la lucha y alcanzar la armonía por medio del equilibrio de contrarios; por eso el mundo en su conjunto nunca anda cojo”.

1 comentario
  1. Gioconda Carralero Dominicis
    Gioconda Carralero Dominicis Dice:

    Querida amiga. siempre precisa en tus artículos. Estudiados detenidamente, profundos, humanos, analíticos.
    Gioconda.

    Responder

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